Las carreras de galgos son uno de los espectáculos con la tasa de abandono y maltrato animal más alta en España.
Durante la carrera, los animales tienen que recorrer un circuito ovalado persiguiendo una liebre artificial que nunca llegan a alcanzar. En ocasiones, además, deben saltar una serie de obstáculos que han colocado en las pistas. La distancia que recorren varía de los 210 a los 1.100 metros.
El negocio de las carreras mueve millones de dólares al año con el único fin de apostar dinero.
Sumado al número de animales que mueren durante los entrenamientos de los galgos que son usados como carnada (conejos y otros animales pequeños), aparecen otros problemas de maltrato añadido:
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Los galgos que no quieren cazar a sus presas suelen ser encerrados en jaulas junto con conejos y privados de comida, para que el hambre les lleve a matar a estos animales.
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El entrenamiento, en numerosas ocasiones, se produce con la técnica denominada «entrenamiento a motor». Se lleva a los galgos sujetos a un vehículo y tienen que correr al ritmo al que va el vehículo, llevándoles al agotamiento extremo. Es frecuente encontrar este tipo de prácticas crueles por las carreteras secundarias de la provincia de Cádiz, por ejemplo. Como dato significativo, decir que Jerez de la Frontera (Cádiz) es sede la carrera de galgos más antigua de España (Copa La Ina de Galgos) y cuenta con 100 años de Antigüedad.
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Los perros de carrera viven a menudo en jaulas, de las que solo salen para comer, hacer sus necesidades y entrenar.
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Se droga a los animales antes de las carreras para que estén excitados y lograr un mayor rendimiento.
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Se les priva de alimento para que muestren más agresividad y corran detrás de la presa.
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Los galgos que no son aptos para competir se venden a laboratorios de vivisección donde son torturados.
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Muchos galgos, que no sirven para las carreras o para la caza, son abandonados, ahorcados, arrojados a los pozos o envenenados, tiroteados y torturados y golpeados salvajemente. Se estima que puede haber alrededor de unos 250.000 galgos abandonados en España.
En octubre de 2011, eurodiputados pidieron al Gobierno español que endureciera el marco legal para evitar la situación de maltrato de los galgos en nuestro país. No resulta fácil pillar «in situ» a los galgeros en el momento del maltrato y las autoridades se muestran muy pasivas y poco sensibilizadas. En cualquier caso, las penas por maltrato animal son irrisorias y los maltratadores quedan impunes la mayoría de las veces, volviendo a recurrir en el mismo delito una y otra vez.
Con la entrada en vigor de la reforma del código penal en octubre de 2004, el maltrato a los
animales está tipificado como delito por el Artículo 337: “Los que maltraten con ensañamiento e
injustificadamente a animales domésticos causándoles la muerte o provocándoles lesiones que
produzcan un grave menoscabo físico serán castigados con la pena de prisión de tres meses a un
año e inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio
que tenga relación con los animales”.
Algunas asociaciones animalistas han emprendido campañas de adopción, ya que se trata de animales que poseen un carácter muy noble y se adaptan perfectamente a las costumbres de la casa; muchos otros, sin embargo, son adoptados en otros países como Holanda, Suiza, Bélgica y Alemania.
El próximo 9 de junio, multitud de ciudadanos europeos se manifestarán en Estrasburgo frente a la sede del Parlamento Europeo para pedir que se tomen medidas respecto a la problemática del galgo en España.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
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No asistas a carreras de galgos.
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Denuncia toda sospecha o caso de maltrato animal del que seas testigo.